Introducción: La Escalera de la Intervención
En cualquier confrontación, un profesional de la seguridad se enfrenta a una serie de decisiones críticas que deben tomarse en fracciones de segundo. La más importante de ellas es: ¿qué nivel de fuerza, si es que alguno, es necesario y justificable para controlar esta situación? Una respuesta insuficiente puede resultar en lesiones para el agente o para terceros. Una respuesta excesiva puede llevar a una tragedia, a consecuencias legales devastadoras y a la pérdida de la confianza pública. Navegar este dilema es uno de los mayores desafíos de la profesión.
Para guiar esta toma de decisiones en entornos de alta presión, las fuerzas del orden y los profesionales de la seguridad de todo el mundo utilizan un marco conceptual conocido como el Continuo del Uso de la Fuerza o el Modelo de Fuerza Progresiva. No es una ley rígida, sino un modelo mental, una «escalera» de opciones que ayuda a un agente a seleccionar un nivel de fuerza que sea razonable y proporcional a la conducta del sujeto y a la totalidad de las circunstancias.
Comprender este modelo no es solo para el personal uniformado; es esencial para los gerentes de seguridad que redactan políticas, para los ejecutivos que deben entender la responsabilidad de su empresa y para cualquier persona que busque comprender la lógica detrás de una intervención de seguridad. Este artículo desglosará el Modelo de Fuerza Progresiva, explicando cada uno de sus niveles y cómo un profesional entrenado lo utiliza para tomar decisiones defendibles en los momentos más difíciles.
1. El Principio Fundamental: Razonabilidad y Proporcionalidad
Antes de subir la escalera, debemos entender el suelo sobre el que se asienta. El uso de la fuerza por parte de un agente de seguridad (o cualquier ciudadano en defensa propia) debe cumplir con el estándar legal de ser objetivamente razonable. Esto significa que el nivel de fuerza utilizado debe ser el que un agente prudente y bien entrenado consideraría necesario en las mismas circunstancias, basándose en la información disponible en ese momento.
El modelo no es una escalera que deba subirse peldaño a peldaño de forma obligatoria. Es un espectro de opciones. Un agente puede (y debe) saltar directamente al nivel de fuerza apropiado para contrarrestar la amenaza que enfrenta. Si un sujeto ataca con fuerza letal, el agente está justificado a responder con fuerza letal, sin tener que pasar primero por la de-escalación verbal o el control físico. La clave es la proporcionalidad entre la acción del sujeto y la respuesta del agente.
2. Los Niveles del Modelo de Fuerza Progresiva
Aunque los modelos pueden variar ligeramente entre agencias, generalmente consisten en los siguientes niveles, que escalan en respuesta a la resistencia del sujeto.
- Nivel 1: Presencia del Agente (La Base de la Pirámide)
- Conducta del Sujeto: Cumplimiento. El sujeto es cooperativo y sigue las instrucciones.
- Respuesta del Agente: La simple presencia de un profesional uniformado y visible. Esta presencia, por sí sola, es una forma de fuerza psicológica que a menudo es suficiente para disuadir el desorden y mantener el cumplimiento. No se requiere ninguna acción física o verbal más allá de las interacciones normales.
- Ejemplo: Un agente de seguridad de pie en la entrada de un evento, cuya presencia profesional mantiene el orden en la fila.
- Nivel 2: Comandos Verbales (De-escalación)
- Conducta del Sujeto: Resistencia Pasiva. El sujeto no cumple con las órdenes, pero no presenta una amenaza física. Puede ser un manifestante que se niega a moverse o una persona que simplemente ignora las instrucciones.
- Respuesta del Agente: Uso de la comunicación verbal clara, firme y no amenazante. El objetivo es obtener el cumplimiento a través de las palabras. Esto incluye desde un simple «Señor, necesito que se retire de esta área» hasta técnicas de de-escalación más avanzadas para manejar a individuos agitados.
- Ejemplo: Un agente guiando verbalmente a una persona intoxicada hacia la salida de un local.
- Nivel 3: Control Físico Suave (Técnicas de Contacto)
- Conducta del Sujeto: Resistencia Activa (No Agresiva). El sujeto intenta activamente evitar ser controlado, pero sin atacar al agente. Puede intentar zafarse de un agarre, huir o tirarse al suelo para convertirse en un peso muerto.
- Respuesta del Agente: Uso de técnicas de control con bajo riesgo de lesiones. Esto incluye agarres de control, puntos de presión, palancas articulares para guiar al sujeto, y el uso de esposas si está justificado y el agente está capacitado.
- Ejemplo: Un agente usando una técnica de control de muñeca para escoltar a una persona que se resiste fuera de una propiedad.
- Nivel 4: Control Físico Duro (Técnicas Defensivas)
- Conducta del Sujeto: Resistencia Agresiva. El sujeto se vuelve físicamente agresivo y ataca al agente, pero sin el uso de un arma. Intenta golpear, patear, morder o empujar.
- Respuesta del Agente: Uso de tácticas defensivas diseñadas para detener la agresión y proteger al agente y a terceros. Esto puede incluir bloqueos, golpes a grupos musculares grandes (para incapacitar temporalmente, no para causar lesiones graves) y derribos. También puede incluir el uso de herramientas no letales como el gas pimienta.
- Ejemplo: Un agente usando un golpe defensivo al brazo de un sujeto para detener un puñetazo y luego proceder a un derribo controlado.
- Nivel 5: Fuerza Letal o Potencialmente Letal (El Último Recurso)
- Conducta del Sujeto: Agresión Letal. El sujeto presenta una amenaza inminente de muerte o lesión corporal grave para el agente o para un tercero. Esto incluye, pero no se limita a, el uso de un arma de fuego, un cuchillo, un bate o incluso un vehículo.
- Respuesta del Agente: El agente está justificado a usar cualquier nivel de fuerza necesario para detener la amenaza letal, incluyendo el uso de su arma de fuego. El objetivo no es matar al sujeto, sino detener la acción que amenaza la vida.
- Ejemplo: Un agente disparando a un sujeto que está apuñalando a otra persona.
3. La Importancia de la Totalidad de las Circunstancias
Es crucial entender que la aplicación del modelo no ocurre en un vacío. Un agente debe evaluar constantemente la «totalidad de las circunstancias» para justificar su nivel de fuerza. Estos factores incluyen:
- La Gravedad del Delito: ¿La intervención es por un delito menor o uno grave?
- La Amenaza Inmediata: ¿El sujeto representa una amenaza inmediata para la seguridad de los agentes o de otros?
- La Resistencia del Sujeto: ¿El sujeto se resiste activamente o intenta evadir el arresto?
- Factores del Agente/Sujeto: La edad, el tamaño, la condición física y el número de agentes frente al número de sujetos.
- Conocimiento Previo: ¿Se sabe si el sujeto tiene un historial de violencia o está armado?
Conclusión: Un Marco para la Decisión, no una Camisa de Fuerza
El Continuo del Uso de la Fuerza no es una serie de reglas que dictan una respuesta automática. Es un marco de pensamiento crítico que ayuda a los profesionales a estructurar su percepción de una situación de conflicto y a tomar la decisión más razonable posible en un momento de caos. Proporciona una forma de articular y justificar sus acciones después del hecho, tanto en un informe de incidentes como, si es necesario, en un tribunal.
Para los líderes de seguridad, la implementación de este modelo en la capacitación es fundamental. Asegura que su equipo no solo sepa «cómo» usar la fuerza, sino, lo que es más importante, «cuándo» y «por qué». Al internalizar esta escalera de intervención, los profesionales de la seguridad están mejor equipados para proteger a la comunidad, protegerse a sí mismos y tomar decisiones defendibles que honren la inmensa responsabilidad que se les ha confiado.